La Luna, el satélite que acompaña a la Tierra en su rutinario viaje por el Cosmos, ha tenido una historia intensa. A lo largo de su extensa crónica ha pasado por varias etapas y la NASA ha elaborado un vídeo donde muestra la explosiva historia de Selene y todos sus misterios. El metraje elaborado por los técnicos de la agencia espacial estadounidense, de apenas 161 segundos, condensa buena parte de la evolución de nuestro astro, desde sus inicios, hace alrededor de 4.500 millones de años, a su estado actual.
La composición arranca tras la formación de la Luna —episodio que no muestra— probablemente como consecuencia del colosal impacto de la Tierra, por entonces embrionaria, y un protoplaneta del tamaño de Marte y avanza con la sucesión de asteroides que chocaron contra su superficie con el paso de los años, moldeando su aspecto. El montaje refleja por ejemplo el choque, hace 4.300 millones de años, de un meteorito en la cuenca del Polo Sur-Aitken, donde se localiza el gigantesco cráter Aitken, de 135 kilómetros de diámetro; o el 'bombardeo' de asteroides que recibió el satélite hace entre 4.100 y 3.800 millones de años.
A lo largo del vídeo se aprecia también el asombroso flujo de lava por las cuencas lunares hace entre 3.800 y 1.000 millones de años, lo que muestra mares incandescentes que distan mucho de la pátina plateada descrita por la poetisa Rébora. Como han comprobado los científicos, la historia de nuestro satélite estuvo marcada también por espectaculares y prolongadas erupciones volcánicas. La película continúa con los cráteres intermedios generados a lo largo de ese amplio período por los meteoritos y cómo ha avanzado el asteroide en los últimos mil millones de años. 2 minutos 41 segundos de auténtica historia.
«De año en año, la Luna nunca parece cambiar. Los cráteres y otras formaciones parece ser permanentes ahora, pero Selene no siempre lució así. Gracias al Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA, lanzado en 2009, ahora podemos ver mejor parte de la historia de la Luna», afirma la agencia. No es el único regalo que nos ha dejado el también conocido como LROC. Su labor es clave para planificar misiones tripuladas a la Luna, como Artemis, que pretende volver a dejar huellas humanas en su corteza en los próximos años.
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