La NASA no gana para disgustos. Su misión Artemis está resultando un constante ir y venir de inconvenientes. Esta vez, porque el cohete Space Launch System (SLS) que la agencia norteamericana ha estado construyendo durante más de una década, y que finalmente puede lanzarse por primera vez esta primavera, es bastante grande. Y los cohetes grandes necesitan sistemas terrestres grandes y complicados para alimentarlos y apoyar su lanzamiento. Y desarrollar y mantener los sistemas de un impulsor de este tipo también resulta costoso (18.000 millones de euros hasta el momento).
Resulta que, durante diez años, la NASA ha gastado mil millones en construir, rediseñar y completar la estructura del Mobile Launcher-1. El cohete, masivo, rodante y compatible con el SLS de 108 metros de altura, brinda acceso a la nave espacial Orion y suministra energía, comunicaciones, refrigerante y combustible al propulsor. Una torre que apenas se utilizará 2 veces y que se pondrá a prueba en febrero mientras se lleva el SLS a una plataforma de lanzamiento en el Centro Espacial Kennedy en Florida y se alimenta el propulsor en lo que se conoce como un 'ensayo general húmedo'. En ese momento, se sabrá si la torre funciona.
Pero a pesar de que la NASA aún no ha lanzado el cohete SLS ni ha mostrado sus capacidades, el Congreso ya ha insistido en que la agencia desarrolle una versión más enorme y capaz. Esta versión Bloque 1B tendrá así una etapa superior más gigante y potente. Debido a que el ML-1 no puede acoplarse a estas características, resulta esencial crear una nueva torre de lanzamiento. Será trabajo de Bechtel National, costará 344 millones de euros y estará lista en marzo de 2023. «Esto supone alrededor de un tercio el costo del primer lanzador en la mitad del tiempo. El pasado sugeriría que esto es poco probable», opinaron desde Ars Technica.
Algo que parece corroborarse. Durante una reunión del Panel Asesor de Seguridad Aeroespacial de la NASA, uno de sus miembros proporcionó una actualización sobre el Mobile Launcher-2. George Nield, un ingeniero y científico que dirigió el transporte espacial comercial para la Administración Federal de Aviación, desveló que el 90% de los planos de diseño, revisión y fabricación de la gran estructura van retrasados. Se trata de los dibujos de ingeniería que deben representar fielmente el proyecto final e informar de un cronograma de construcción y de un plan de logística.
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«ML-2 ha enfrentado algunos desafíos», reconoció Nield. «El contratista seleccionado, Bechtel, ha experimentado algunos problemas de rendimiento asociados con la subestimación de la complejidad del proyecto y algunos problemas relacionados con el proveedor, así como con el COVID», justificó. Como resultado, dijo Nield, la NASA emitió una «segunda carta de preocupación» a la compañía solicitando una evaluación de los riesgos e impedimentos del proyecto, además de un plan de acción correctivo. También una identificación de oportunidades para reducir costos y mitigar las interrupciones del cronograma mientras se mejora la eficiencia.
Este plan debe regresar a la NASA el martes. Entonces, la agencia evaluará los cambios en el contrato y gestión del programa para abordar esos problemas. La Oficina del Inspector General de la NASA, de todas formas, aportará más datos a finales de año: está investigando el desarrollo del Mobile Launcher-2. «Nuestra auditoría más reciente examinará si el contrato cumple con los objetivos de costo, cronograma y desempeño», aclararon.
En realidad, una torre de lanzamiento móvil es una pieza de infraestructura increíblemente compleja. Debe ser lo suficientemente resistente para soportar el lanzamiento de un cohete y lo suficientemente complejo como para alimentar y impulsar el vehículo en tierra. Por lo tanto, es comprensible que el proyecto se enfrente a desafíos de ingeniería. Llegados a este punto, ¿a quién le importa realmente si hay retrasos? Por razones de política parroquial, el Congreso está comprometido a gastar cientos de millones al año para apoyar proyectos así en Florida.
Además, el administrador de la NASA, Bill Nelson, es un exsenador de Florida y respaldará cualquier gasto en su estado. El administrador asociado de la NASA, Bob Cabana, es también el ex director del Centro Espacial Kennedy y puede usar esto como una oportunidad para aumentar los fondos para los sistemas terrestres en Florida. Por si fuera poco, la versión "Bloque 1B" del cohete SLS está a años de su lanzamiento. Boeing está desarrollando aún la etapa superior de exploración del cohete. Y es poco probable que ese proyecto se complete antes de mediados de la década de 2020.
Durante una presentación reciente al comité asesor de la agencia, los funcionarios de exploración de la NASA dijeron que no necesitarían la versión Block 1B del cohete SLS hasta la misión Artemis 4 a la Luna, que probablemente no se lanzará antes de 2027 o 2028. Las fechas para tal misión son tan nocionales que la agencia espacial ni siquiera los incluyó en su gráfico. Siendo así, si el Mobile Launcher-2 tiene algunos años de retraso y unos cientos de millones de euros por encima del presupuesto, probablemente no le importe a la poderosa NASA. Incluso si debiera.
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