La impresión 3D ha llegado a niveles tecnológicos que hace tan solo unos años era imposible de imaginar. Desde piezas vehiculares hasta órganos y componentes que ayudan a salvar vidas. Ahora, investigadores de la Northeastern University, en Boston (EE UU) han creado una tinta que podría ser el futuro de este sector. En base a microbios, la tinta permite generar material 'vivo' que se reproduce, puede imprimirse en tres dimensiones y abre la puerta a una amplia gama de aplicaciones.
Entre el abanico de opciones estaría el de la colonización espacial. Sus características la hacen especialmente interesante en entornos en los que escasean y a los que es muy difícil llevar materiales para la edificación de grandes estructuras habitables, como por ejemplo la Luna. Encima resulta ideal si se combina con otras tecnologías, como las que ya están incorporando células vivas en materiales de construcción.
«Un árbol –explica Neel Joshi, líder del proyecto– tiene células incrustadas en su interior y pasa de ser una semilla a un árbol al asimilar los recursos de su entorno para construir una estructura. Lo que queremos hacer es algo similar, pero proporcionando ADN en la tinta». Para conseguir la viscosidad adecuada, los investigadores se inspiraron en la fibrina, una proteína involucrada en la formación de coágulos sanguíneos.
© Shutterstock / Jarun Ontakrai |
Así, para la elaboración de la tinta microbiana los científicos modificaron genéticamente la bacteria Escherichia coli, más conocida como E. coli, con el propósito de generar dos tipos de polímeros proteicos denominados nanofibras de curli, capaces de reticularse entre sí y dar forma a estructuras similares a mallas. La técnica funcionaría bde forma similar a la masa madre utilizada en panadería.
Las nanofibras se filtraron en los cultivos de E. coli y generaron una especie de gel lo suficientemente elástico como para usarse a modo de tinta de impresión 3D. El material todavía se está desarrollando, pero podría llegar a ser una herramienta renovable de gran valor, capaz de crecer y a curarse sí misma.
Lo malo es que todavía no se sabe cómo producirla en masa. No es la primera vez en la que se echa mano de bacterias para tintas e impresión 3D. Los laboratorios ya han creado antes geles a base de cócteles de bacterias y polímeros que sirven para reforzar la estructura.
La novedad ahora es que el gel no incluye extractos, ácidos ni sílice, como en ocasiones anteriores. Con el propósito de mejorar su firmeza, los científicos lo modificaron para que produjera una forma de proteína especial. Y parece que funciona.
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