La misión Apolo 16, que llevó a los astronautas Ken Mattingly, John Young y Charlie Duke a la Luna, cumple 50 años en abril. Para conmemorar la fecha 16.04.1972 - 27.04.1972), la NASA ha organizado una ceremonia y entre los preparativos de la fiesta se encuentra una limpieza a fondo de la nave, que permanece desde 1973 en exhibición en el Centro Espacial y de Cohetes de EE UU, ubicado cerca del Centro de Vuelo Espacial Marshall, un museo de antigüedades de la propia agencia espacial estadounidense. El mantenimiento de 'Casper' se reanudó, de hecho, en enero, después de verde interrumpida por la pandemia de Covid-19.
El Apolo 16 se está puliendo cuidadosamente con toallas de microfibra, cepillos, varitas y aspiradoras. El equipo responsable de adecentar la cápsula de 6,5 toneladas y casi 11 metros de altura ya ha repasado con delicadeza su recinto de vidrio, ubicado bajo un gigante cohete Saturno V suspendido del techo. También han removido telarañas y docenas de artículos del público visitante que habían quedado atrapados en hendiduras y grietas en el casco. Durante las tareas de aseo, los operarios encontraron en el suelo de la enorme caja que protege la reliquia algunos objetos curiosos: tarjetas de visita, un lápiz, dinero, una cuchara y hasta un tubo de bálsamo labial.
Ed Stewart, embozado en ropas protectoras, supervisa la limpieza de la cápsula, prestada por la Institución Smithsonian y en exhibición en la 'ciudad cohete' de Huntsville desde la década de 1970. El responsable afirma que el aparato se encuentra en buena forma para su edad y para el tiempo que ha pasado desde su último pase de revista.. «Estoy feliz de ver que no hay capas pesadas de polvo. No vi muchos escombros de insectos ni nada por el estilo, así que lo tomo como una señal muy positiva», dice.
Limpiar el Apolo 16 sin comprometer las marcas de la historia es un desafío. Encaramada en la parte superior de las columnas, la cápsula está inclinada para que los visitantes puedan asomarse al interior de la escotilla abierta y observar los controles y los asientos envueltos en metal donde los astronautas viajaron a la Luna y, 11 días después, regresaron. Como uno de ellos, Stewart señala algunos puntos oscuros sobre su cabeza. «Son las huellas dactilares de la tripulación allí». Los trabajadores planean sellar aún más el domo protector para que los visitantes no puedan depositar nada dentro, ya que usar productos de limpieza pesados luego podría destruir la pátina que lo une a la historia. «Y no querrás perderte nada de esto. Porque todo esto es parte de la saga de la misión. Si lo quitas, todo desaparece. Es esta textura de la historia la que se pierde si cometes un error», dice convencido.
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