¿Cuántas rocas de la Luna atesora España?

La Luna, un trocito de ella, está al alcance de la mano en España. Nuestro país aún conserva dos de las tres muestras que recibió de la NASA en agradecimiento por el apoyo tecnológico aportado a las misiones Apolo. La primera 'piedra lunar de buena voluntad' obsequiada por la administración de Nixon la recogió Apolo 11 y llegó a España en 1969. En teoría, aquella piedra estuvo hasta la muerte de Franco en el despacho de El Pardo. Pero su rastro se perdió entre rumores de que la familia había intentado vender la pieza tras el fallecimiento del dictador en 1975.  Después la heredó su hija, Carmen Franco y Polo, quien según su entorno la debió extraviar entre las pertenencias de sus múltiples casas.

Sin embargo, Luis Ruiz de Gopegui, ingeniero que dirigió las estaciones de la NASA en España durante el programa Apolo, declaró en su día que la roca se intentó vender a principios de los noventa a una famosa casa de subastas británica, aunque finalmente se paró la transacción. El nieto primogénito del dictador desmintió tales afirmaciones, aunque sí admitió que un conocido suyo preguntó por el valor de la piedra en el mercado, ya que lo consideraban un regalo personal de Nixon hacia Franco.

La segunda roca lunar, de apenas dos gramos y medio de peso, es una pieza de enorme valor histórico y geológico. Estuvo en manos de la familia del expresidente del Gobierno Luis Carrero Blanco, que también entendió el obsequio de su homólogo estadounidense Henry Kissinger en 1973 como un regalo personal y no «al pueblo de España», tal y como se puede leer en la placa que está debajo de la piedra.

La inscripción completa reza así: «Este fragmento es una porción de una roca del valle de la luna Taurus-Littrow. Se entrega como símbolo de la unidad del esfuerzo humano y lleva con él la esperanza del pueblo americano de un mundo en paz». Por ello, el hijo del almirante, tras la muerte de su padre, decidió donarla al Museo Naval hace ahora 15 años y ahí estuvo expuesta en una vitrina. Pero la galería de la Armada, en obras, buscó una nueva casa para la piedra en el 50 aniversario de la llegada a Selene.

Así, el 17 de septiembre de 2019 este centro la trasladó a la sala principal del Museo Geominero de Madrid. «Es un orgullo poder exhibir esta pieza», señaló su directora, Ana Rodrigo. El pequeño fragmento, envuelto dentro de un trozo de resina plástica y del tamaño de una aceituna, es una roca volcánica conocida como Basalto 70017. Fue recogida durante la misión Apolo 17, la sexta y última de las exploraciones en las que los astronautas de la NASA pisaron la Luna, en diciembre de 1972. 

Desde el punto de vista petrológico se trata de un basalto de grano grueso rico en titanio, compuesto por piroxeno, plagioclasa, ilmenita y olivino. Se calcula que tiene cerca de 3.700 millones de años. «En algunas publicaciones se confunde este basalto con la armalcolita, que no es una roca, sino un mineral que forma parte de las rocas», explica Rafael Lozano, científico del museo. 

«Este mineral (óxido de titanio con hierro y magnesio) se encontró por primera vez dentro de las rocas basálticas recogidas en la misión Apolo 11, y de ahí su denominación», explica el experto. Armalcolita es un acrónimo de los nombres de los tres astronautas de la misión: Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Después se descubrió también en las muestras tomadas por Apolo 17. 

Por ello, tal y como opina el especialista, es posible que el basalto lunar que expone el madrileño Museo Geominero contenga este raro mineral, aunque «nunca podremos saberlo con seguridad dada la imposibilidad de reconocer petrológicamente el fragmento, al estar embutido» en un contenedor cerrado a cal y canto.


Basalto 70017. © MGm


Esta piedra fue la segunda de las tres que Estados Unidos regaló a España. La que completa el trío es la más grande de todas. Tras aterrizar en España en 2011, se llevó a la Estación Espacial de Robledo de Chavela (Madrid). La recogieron astronautas estadounidenses en la misión Apolo 15 y forma parte de la exposición permanente del museo espacial de la sierra de Madrid. 

«La Luna está ahora más a tu alcance gracias a la colaboración del pueblo español» y «Esta roca lunar traída por el Apolo 15 ha sido cedida por la NASA al Complejo de Comunicaciones Espaciales de Madrid el 27 de octubre de 2011», rezan las descripciones que, en inglés y en español, se han grabado junto a la muestra.


'Great Scott' ha sido empleada para preparar trece muestras lunares, que se exponen en EE UU, Canadá, Suiza y Madrid

 

¿Por qué se premió a este lugar? Fácil. Las antenas de Robledo de Chavela resultaron imprescindibles para todas las misiones estadounidenses a la Luna. En algunos momentos fueron las únicas que mantenían comunicación con las naves y los astronautas, y fueron clave también para la retransmisión televisiva de los eventos. Conocida como 'Great Scott', o 15555, la muestra basáltica, de unos 9,5 kilos, es una de las mayores rocas traídas jamás de la Luna y la mayor de las transportadas por Apolo 15. 

Su historia comienza tras aterrizar la nave a solo un centenar de metros del punto teórico en la región de Hadley-Apeninos, en el Mare Imbrium. La misión se compuso de tres paseos lunares que se prolongaron durante más de 18 horas. Durante su tercera actividad extravehicular (EVA), los astronautas investigaron la zona de Hadley Rille. Scott e Irvin llegaron a la orilla de una ligera depresión donde recogieron una roca de unos 2 metros de largo. 

De vuelta al rover lunar tomaron una muestra con el rastrillo y otra con la perforadora. David Scott, en la estación 9a, examinó a continuación una roca basáltica oquerosa de grano grueso. Intrigado, decidió recoger la roca con forma de balón de rugby. Se cree que la composición de la 15555 es líquido volcánico primitivo expuesto a los rayos cósmicos durante 80 millones de años, y ha sido empleada en diversos estudios sobre el origen de los basaltos lunares. La edad de este regalo de EE UU a nuestro país se estima en 3.000 millones de años. 



Great Scott. © Lara



Después de recibir estos obsequios, España eligió a dos expertos de la Junta de Energía Nuclear (hoy CIEMAT) para colaborar en el estudio de los materiales lunares. Se trata de los geoquímicos Hermógenes Guillermo Sanz y Antonio Travesí, que desarrollaron tareas científicas punteras a finales de los años 60 y principios de los 70. Hermógenes viajó a Estados Unidos en 1966 (Division of Geological and Planetary Sciences, CALTECH, en Pasadena) con el objetivo de formarse en geoquímica isotópica para poder obtener la edad de conocidos meteoritos españoles como el de Olivenza (Badajoz) o Colomera (Granada). 

Para estas investigaciones utilizó los espectrómetros de estos laboratorios americanos, especialmente diseñados para el estudio de las piedras lunares que llegarían de manera inminente. Cuando arribaron las primeras muestras se dedicó a su estudio, teniendo el privilegio de manipular un material que nunca antes había sido procesado por el hombre. Un año después, en 1970, publicó junto a un equipo las características petrológicas y la edad de estas rocas en la prestigiosa revista Science.

Antonio Travesí colaboró con la NASA para el análisis de muestras lunares gracias a su experiencia en una técnica analítica novedosa en la época: la activación neutrónica. En 1969 Travesí propuso a la la agencia estadounidense el estudio de los elementos traza (elementos químicos en pequeña proporción) de las rocas obtenidas en la misión Apolo 11. Dada la novedad y precisión del método, algún tiempo después la NASA aprobó el proyecto y envió dos gramos de material lunar a España, obtenidas en las misiones Apolo 11 y 12. 

Las muestras (1 gramo de polvo lunar y 1 gramo de roca lunar) llegaron a nuestro país el 28 de mayo de 1970 con una enorme repercusión mediática (más de 120 artículos periodísticos publicados en 1970). Antonio Travesí publicó los resultados de sus análisis del material lunar en 1972 tanto en informes destinados a la agencia espacial norteamericana como en publicaciones nacionales e internacionales.

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