El Año Nuevo Chino, también llamado Año Nuevo Lunar o Festival de la Primavera, es la celebración más significativa del gigante asiático. Se define como el primer día del primer mes en el calendario tradicional chino, que a diferencia del occidental (basado en el sol), se guía por tachar los días en un almanaque lunisolar (la fecha indica tanto la fase de la Luna, como la época del año solar).
El calendario lunar chino es el de más largo registro cronológico que se tiene en la historia: 2.637 a.C. (en 2014 se descubrió otro en el castillo de Crathes, Escocia, que data –parece ser– del año 8.000 a. C). En él, un ciclo completo dura 60 años y se compone de cinco ciclos simples de 12 años cada uno. El ciclo 78 se inició en febrero de 1984 y finalizará en febrero de 2044. La celebración se inicia desde la víspera y dura 15 días. El colofón navideño lo pone el 'Festival de los faroles' o 'Festival de las linternas'.
La astrología china estructura cada año representándolo con un animal (horóscopo chino) y un elemento. En 2022 empezará el Año de Tigre de Agua, que comprenderá del 1 de febrero hasta el 21 de enero de 2023 (el periodo oscila según el año). Estos calendarios lunares siempre fueron utilizados por los humanos para calcular ciertas regularidades en la Naturaleza, como el ciclo sexual de las mujeres o las mareas. El comienzo de cada mes es un punto arbitrario que varía según la cultura.
El calendario chino (conocido como calendario Yin, calendario Hua, calendario Han y calendario nacional) o egipcio consideran a la Luna nueva como el inicio, mientras que otros almanaques lunares y lunisolares toman como primer día a la primera luna creciente. Si se intenta hacer coincidir el calendario lunar con el año estacional, puede desviarse de las estaciones. Pero algunos calendarios lunares, como el islámico, continúan con su ciclo independientemente del año estacional.
En la cultura occidental cristiana, si bien el calendario es solar para la mayoría de los efectos prácticos, ciertas fechas (como la Pascua y Navidad) se fijan según un calendario lunisolar. Los calendarios estrictamente lunares son los que consideran un año por cada doce meses lunares. Es la filosofía que sigue el calendario incaico o el musulmán.
Otros almanaques lunares, como el chino, el hindú y el judío sí tienen en cuenta el año estacional (o solar). Estos calendarios se conocen como lunisolares y emplean un proceso llamado intercalación para rectificar cualquier diferencia con el solar, que cada tanto suma un año con trece lunas. Así, añaden cuando corresponde un mes al año, que se intercala, para que el comienzo del nuevo año solar tenga las doce lunas habituales.
Pero, ¿cómo se determina cuándo sumar o restar un mes intercalado? Muchas civilizaciones tenían sus propias respuestas basadas en observaciones astronómicas. Los antiguos griegos vincularon la aparición o desaparición de ciertas estrellas con desarrollos estacionales, como mares tormentosos, ya en el siglo VIII a.C. Incluso hicieron calendarios estelares, llamados parapegmata, que se usaron como puntos de referencia para mantener el calendario lunar alineado y ajustado al año estacional.
En el siglo V a. C., otro método de intercalación pasó a primer plano en la antigua Grecia. Un matemático y astrónomo llamado Metón propagó una técnica que llegó a conocerse como Ciclo Metónico o Ciclo de Metón y tenía sus raíces en una tradición babilónica muy antigua que no solo utilizaba observaciones astronómicas precisas, sino también una aritmética intrincada.
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Lo que observó Metón fue que el calendario solar tenía, desde tiempos antiguos, una duración calculada en 365 días y ¼. El lunar tenía 354, dado que el mes lunar tenía 29 días y medio. Asi, 19 años solares del calendario griego equivalían a 235 lunaciones. Si agregaba periódicamente siete meses intercalares cada 19 años, mantendría el año estacional prácticamente alineado con el lunar.
No fue perfecto, pero fue lo suficientemente notable: el error entre los dos ascendió a poco más de un día en 100 años. Este ciclo fue dado a conocer el año 433 a.C. con motivo de los Juegos Olímpicos. Con posterioridad, el II Concilio de Nicea (787) decidió aplicarlo como un elemento cronológico en la Era Cristiana, y tomó como punto de partida el año 1 a.C. que era el año más próximo a nuestra era en que la Luna nueva tuvo lugar el 1 de enero.
El ciclo decemnovenal tiene una serie de elementos, que son: el número áureo, las epactas y los regulares lunares. El número áureo, dicho así porque estaba escrito con caracteres dorados en los calendarios antiguos, indica el orden que corresponde a un año dado dentro del ciclo de Metón. Por lo tanto, ya que el ciclo es de 19 años, el número áureo es una cifra entre el 1 y el 19.
La fórmula para calcularlo es:
a + 1 : 19 ( a = año del documento / 1 = año 1 a.C. / 19 = los 19 años del ciclo)
Aplicado al documento:
1163 + 1: 19
1164: 19
024 61
05
El cociente indica el número de ciclos transcurridos. El resto indica el número áureo del año dado (incorrecto en este caso). Si el resto es cero el número áureo es el 19, el último del ciclo.
Algunos atribuyen el origen del calendario chino tradicional a la civilización Xia, que ocupaba la región durante el siglo XXII a. C., mientras que otros lo atribuyen directamente al mítico Huangdi, unificador y primer emperador de la China, que vivió en el siglo III a. C. Los historiadores sitúan sus orígenes hacia la mitad de la dinastía Shang (1300 a. C.), cuando se tiene primera constancia documental de la utilización de las cuentas cíclicas para los días.
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