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Misiones fallidas a la Luna: «Houston, tenemos un problema»

No es martes, pero sí es 13. La fecha puede ser un presagio de malos augurios, como marca la tradición. Sin embargo, no es necesario que sea un día aciago para que los planes no lleguen a buen puerto. 

Esto es, precisamente, lo que ha ocurrido en la historia con algunas misiones que tenían por destino la Luna. Más allá de quedarse en un borrador en papel, han acabado siendo un fiasco tras consumir millones de euros en investigación y desarrollo. 

Antes de que EE UU lograra llevar una tripulación a la Luna en 1969, hubo 25 intentos fallidos –entre esfuerzos de la URSS y Estados Unidos– y 26 éxitos parciales o totales.

Apolo 1 (EE UU)

Inicialmente designado AS-204, fue la primera misión tripulada del programa espacial estadounidense conocido como Programa Apolo, cuyo objetivo final consistía en lograr un alunizaje tripulado.

La prueba planeada en órbita baja terrestre del módulo de mando y servicio del Apolo no llegó a cumplir la fecha de lanzamiento prevista para el 21 de febrero de 1967. El 27 de enero de ese año, en la plataforma 34 de la estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral, un incendio en la cabina durante una prueba acabó con la vida de los tres tripulantes: el comandante Virgil I. 'Gus' Grissom, el piloto del módulo de mando Edward H. White II y el piloto del módulo lunar Roger B. Chaffee, destruyendo también el módulo de mando (CM).[1]​ El nombre Apolo 1, elegido por la tripulación, fue hecho oficial por la NASA en su honor el 24 de abril de 1967.

Inmediatamente después del incendio, la NASA convocó a la Junta de Revisión del Accidente del Apolo 1 para determinar las causas, y las dos cámaras legislativas de Estados Unidos pusieron en marcha sus propios comités de investigación para supervisar la de la NASA. Durante la investigación, un documento interno de la agencia citando problemas con el contratista principal del Apolo, North American Aviation, fue revelado públicamente por el entonces senador estadounidense Walter F. Mondale, y llegó a ser conocido como el 'Informe Phillips'. El avergonzado administrador de la NASA, James E. Webb, que desconocía la existencia del documento, dio inicio a la controversia con el programa Apolo. A pesar del descontento en el congreso estadounidense por la falta de transparencia de la NASA, los dos comités dictaminaron que las cuestiones planteadas en el informe no tenían nada que ver con el accidente, por lo que la NASA pudo continuar con el programa.

Aunque el origen de la fuente que provocó el incendio no pudo ser determinada de manera concluyente, las muertes de los astronautas se atribuyeron a una amplia gama de defectos de diseño y construcción con materiales letales en el módulo de mando del Apolo. Los vuelos tripulados Apolo quedaron suspendidos durante 20 meses mientras se corregían los problemas encontrados. El vehículo de lanzamiento Saturno IB, SA-204, previsto para su uso en esta misión, se utilizó más tarde para el primer vuelo de prueba no tripulado del módulo lunar (LM), misión denominada Apolo 5.[2]​ La primera misión tripulada con éxito del programa Apolo fue volada por la tripulación de reserva del Apolo 1, el Apolo 7, en octubre de 1968.


© NASA


Apolo 13 (EE UU)

La tripulación del Apolo 13, la misión de la NASA que debía colocar por tercera ocasión consecutiva a seres humanos en la Luna y que partió del Centro Espacial Kennedy, en Florida, el 11 de abril de 1970, tuvo un final más amargo de lo esperado. 

Antes del lanzamiento ocurrieron algunos imprevistos técnicos y humanos que, sin embargo, no detuvieron la cuenta regresiva del viaje de James A. Lovell, comandante de la misión; Alfred Haise y John Swigert en dirección al paraje Fra Mauro del satélite.

Los desafíos más grandes los enfrentarían a partir del tercer día de vuelo, cuando, estando a 300 mil kilómetros de la Tierra, estalló un tanque de oxígeno en el segmento de servicio, lo que desencadenó una serie de desperfectos que limitaron la capacidad de generación de electricidad y agua de la nave y anularon cualquier oportunidad de descender en la Luna. 

Con una forma de pensar menos científica, algunos hubieran considerado de mal agüero que días antes se reportara el sobrecalentamiento de un taque de helio en el módulo lunar (el Acuario), un pronóstico meteorológico con posibilidad de relámpagos para la jornada de lanzamiento y el diagnóstico de rubeola de Charles Duke, el piloto de reserva del módulo lunar.

Durante el lanzamiento, uno de los motores de la nave dejó de funcionar más de un minuto antes de lo previsto. El 13 de abril —lunes, como este año—, los astronautas acababan de terminar una transmisión de televisión sobre la vida y el trabajo en un ambiente de gravedad cero cuando explotó el tanque de oxígeno número 2 en el módulo de servicio, lo que hizo que también fallara el tanque número 1 y se perdiera la provisión de electricidad y agua del Odisea.

El primero en pronunciar el célebre mensaje «Houston, hemos tenido un problema aquí» (y no «Houston, tenemos un problema«) fue John Swigert. Segundos después, James Lovell lo repitió para informar de la baja de voltaje en uno de los circuitos eléctricos principales.

En el recuento histórico de la NASA sobre el Apolo 13 se indica que una hora y media después de la explosión astronautas y controladores en Houston acordaron el traslado de la tripulación al Acuario para usarlo como bote salvavidas y aprovechar sus suministros de oxígeno y agua, al igual que de energía, una parte de la cual fue transferida a las baterías del Odisea.

El consumo de agua se limitó a 177 mililitros al día por persona, por lo que al regresar a la Tierra los astronautas estaban deshidratados (Haise, incluso, desarrolló una infección en las vías urinarias).

En un simulador en Houston se probaron nuevos procedimientos antes de recomendarlos a la tripulación. Con bolsas de plástico, cartón y cinta adhesiva se ideó la forma de conectar los sistemas de expulsión de dióxido de carbono del módulo de comando al Acuario.

Como el Diario explicó a sus lectores en 1970, debido a que al ocurrir el accidente la nave ya había entrado en la trayectoria de alunizaje era necesario modificar su rumbo para enfilarse a la Tierra. Para conseguirlo se recurrió al motor de descenso del módulo lunar, que, aunque no había sido diseñado para esa tarea, permitió a la nave rodear la Luna para colocarse en la ruta de regreso al planeta y acelerar su velocidad para ganar tiempo de viaje.

El reingreso también planteaba desafíos. Para efectuarlo los astronautas debían trasladarse de nuevo al Odisea y desprenderse primero del segmento de servicio y, minutos antes de la reentrada, del Acuario, que se desintegró en la atmósfera terrestre. La odisea del Odisea terminó después de 142 horas y 54 minutos de vuelo, el 17 de abril en el Océano Pacífico, cerca de Samoa.


© NASA


Apolo 18, 19 y 20 (EE UU)

Hay proyectos de regreso al satélite terrestre que fueron cancelados, incluso. Es el caso de las misiones Apolo 18, 19 y 20 (EE UU), que extendían el programa de dicho nombre dos años más, hasta 1974. 

Un calendario estimaba que el Apolo 18 aterrizaría en el cráter Copernicus en el Océano de las Tormentas (Oceanus Procellarum) en julio de 1973. El alunizaje del Apolo 19 sería en Hadley-Rille, no lejos del sitio explorado por el Apolo 15 (Hadley-Apenine). El Apolo 20 apuntaría al cráter Tycho, que ya había sido visitado por la nave espacial no tripulada Surveyor 7 en 1968. 

El motivo de la cancelación fue el enemigo de todos los proyectos: el presupuesto. En 1966, la agencia tenía 400.000 empleados. En 1970 había 190.000 y se anunció un recorte de otros 50.000.

La producción de los cohetes Saturno V se había limitado a 15 unidades y no habría suficientes para cada misión. El Apolo 20, por ejemplo, fue cancelado para que su cohete pudiera usarse para la primera estación espacial estadounidense, Skylab.


Programa de aplicaciones Apolo (EE UU)

El Programa de Aplicaciones Apolo fue creado por la NASA en 1966, con el objetivo de planificar futuras misiones que pudieran reutilizar componentes y tecnología originalmente desarrollados para el programa del mismo nombre. Entre los conceptos analizados se encuentran la estación espacial Skylab, que fue lanzada en 1973, y dos bases en la Luna, AES y LESA.

El AES (Apollo Extension Series) utilizaría dos cohetes Saturno V. El primero se lanzaría sin tripulación y llevaría a la Luna un refugio basado en el Módulo de Comando y Servicio (CSM) utilizado en misiones anteriores. Una tripulación de tres astronautas, más un CSM modificado y un módulo lunar (LM).

Un equipo inicial de dos personas podría permanecer en la superficie lunar por hasta 200 días y usar un jeep lunar y una especie de avión propulsado por cohetes para moverse y construir un refugio más grande. Según lo programado originalmente, la construcción de la base comenzaría en 1975.

El concepto AES eventualmente evolucionó a LESA (Sistema de Exploración Lunar para Apolo). Se usaría un nuevo vehículo de aterrizaje para transportar cargas útiles a la superficie lunar, y versiones ampliadas del CSM y LM, este llamado LM Taxi, se usarían para transportar astronautas desde la órbita lunar a un lugar permanente y en constante expansión, base similar a lo que se hace hoy con la Estación Espacial Internacional (ISS). La base estaría impulsada por un reactor nuclear, un concepto que todavía se explora hoy.

Así, las misiones a la Luna evolucionarían de 2 astronautas durante dos días, como al inicio del programa Apolo, a 6 astronautas durante 180 días, con un vehículo a su disposición capaz de transportar 25 toneladas de equipos en superficie.


Todo el programa lunar soviético (URSS)

Después de ser los primeros en colocar a un hombre (Yuri Gagarin, 1961) y una mujer (Valentina Tereshkova, 1963) en el espacio, además de realizar la primera caminata espacial (Alexei Leonov, 1965), los soviéticos tenían la mirada puesta en el gran premio de la carrera espacial: la primera misión tripulada a la Luna.

Para hacerlo, desarrollarían tres vehículos: la nave espacial Soyuz 7K-LOK (por Lunniy Orbitalny Korabl, Lunar Orbital Vehicle), el módulo de aterrizaje LK (Lunniy korabyl, Lunar Vehicle) y el enorme cohete N1. El programa preveía una misión orbital a la Luna en abril de 1968 y un aterrizaje tripulado en septiembre del mismo año.


Maqueta del cohete N1 1M1 en la plataforma de lanzamiento en Baikonur, al final de 1967.


El diseño de la misión sería similar al del programa Apolo: la nave espacial Soyuz 7K-LOK sería lanzada al espacio por un cohete N1, llevando a dos cosmonautas y el módulo de aterrizaje LK a la órbita lunar. Solo uno abordaría el módulo de aterrizaje para el descenso al satélite.

Después de un día en la superficie, el módulo, con el cosmonauta a bordo, regresaría a la órbita lunar para encontrarse con Soyuz 7K-LOK y regresar a la Tierra. A diferencia del sistema CSM / LM utilizado por EE UU, el LK no se acoplaría a Soyuz: el cosmonauta tendría que realizar una caminata espacial, llevándose muestras de suelo lunar con él, para salir de un vehículo y abordar el otro.

Una Soyuz 7K-LOK no tripulada se probó en órbita terrestre en diciembre de 1970, después de que los estadounidenses aterrizaran en la Luna con el Apolo 11. Además, tres versiones del módulo LK también se probaron en órbita, nuevamente sin tripulación, en noviembre de 1970 y en febrero y agosto de 1971.

El gran problema con el programa espacial soviético, sin embargo, se llamó N1. El desarrollo del enorme cohete, con 30 propulsores NK-15 solo en la primera etapa, comenzó en 1965, cinco años después de su principal competidor, el Saturn V. Y además de la prisa por ponerse al día y la falta de financiación adecuada, el proyecto también se vio afectado por la muerte de su creador, el ingeniero aeroespacial Sergei Korolev, en 1966. 

Pero lo que realmente enterró las ambiciones lunares del programa espacial soviético fue el pésimo desempeño de prueba del N1. El sistema de energía de los 30 motores era increíblemente complejo y propenso a fallas e interacciones que no se detectaron durante su desarrollo. Se hicieron cuatro intentos de lanzar el N1, entre 1969 y 1972. Todos terminaron en desastre.

El segundo intento, en julio de 1969, hizo historia, pero por la razón equivocada: 15 segundos después del lanzamiento, los observadores vieron un 'destello' y piezas lanzadas desde la primera etapa. Inmediatamente, casi todos los motores se apagaron y el cohete, cargado con 2.300 toneladas de combustible, cayó como una piedra sobre la plataforma de lanzamiento.

La explosión resultante destruyó todas las ventanas del complejo de lanzamiento de Baikonur y arrojó escombros a una distancia de hasta 10 km, y hasta el día de hoy es reconocida como una de las explosiones artificiales no nucleares más grandes de la historia de la humanidad. Podría haber sido peor: un análisis más detallado reveló que el 85% del combustible no se detonó en la explosión.

Después de dos pruebas fallidas más, en junio de 1971 y noviembre de 1972, el programa N1 fue cancelado en mayo de 1974, y los cosmonautas soviéticos nunca pusieron un pie en la Luna. Sin embargo, los soviéticos aterrizaron en la Luna, con los rovers Lunokhod 1 y Lunokhod 2, en 1970 y 1973. 


Beresheet (Israel)

El más reciente fue cuando la nave Beresheet de Israel perdió el contacto con la sala de control durante la secuencia de aterrizaje en la Luna y se estrelló en abril de 2019. Era la primera misión al satélite financiada con fondos privados.


© SpaceIL


Artemis, retrasada

En noviembre de 2021, la NASA hizo un anuncio que decepcionó a los fanáticos de la exploración espacial: la tan esperada misión Artemis III, que llevará a los primeros humanos a la superficie lunar en más de 50 años, se posponía de 2024 a «no antes de 2025».

Las razones, variadas. Incluida la dificultad para producir nuevos trajes espaciales, que son un requisito para la exploración lunar, la falta de un presupuesto adecuado y una demanda presentada contra la agencia por Blue Origin, que protestó contra la elección de SpaceX de construir el Human Landing System (HLS), un sistema que llevará a los astronautas desde la órbita de la Luna a su superficie y viceversa.

Un retraso de un año en el calendario es pequeño dada la historia de los programas espaciales, pero sigue siendo una frustración para los entusiastas de la exploración espacial. Parece que cada vez que nos acercamos a un regreso a la Luna, el destino obliga a un cambio de planes.

Hemos estado pensando en volver desde el 19 de diciembre de 1972, cuando el Apolo 17 regresó a la Tierra. Y hasta Artemis 1 va con retraso

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