¿Sientes que la Luna te sigue? No es culpa del astro, sino tuya

Es de noche, viajas en un coche mientras conduce otra persona y al mirar por la ventanilla, de pronto, tienes la sensación de que la Luna te está siguiendo. ¿Sabes por qué experimentas esta extraña sensación?  La razón es que nuestro desplazamiento es apreciable respecto a las cosas cercanas (el entorno de cada momento) pero no respecto al satélite, a causa de la enorme distancia que nos separa de ella.

A esa explicación física-óptica podemos añadir algunos factores psicológicos: la forma en que nuestra mente interpreta la situación. Si es el entorno el que se desplaza en nuestro campo visual (árboles, casas farolas... cambian de posición y se hacen más pequeñas), ¿por qué asumimos que es el astro el que se mueve y no el entorno? 


© Niu


Para esto la psicología de la percepción tiene dos explicaciones complementarias.

Todo fluye cuando nos movemos

Cuando todo el entorno se desplaza en nuestro campo visual, siguiendo un patrón común, se denomina 'flujo óptico'. Es un concepto básico de la óptica ecológica del psicólogo J.J. Gibson, quien se interesó por la relación entre nuestras percepciones y nuestras acciones (desde algo tan simple como girar la cabeza o correr, hasta algo tan complejo como pilotar un avión).

El flujo óptico de las cosas, es decir, su desplazamiento en nuestro campo visual, es un indicador de que somos nosotros quienes nos movemos realmente. Así nos ayuda a guiar nuestro movimiento. «Claro, sé que me muevo porque siento mi movimiento, no necesito para eso el flujo óptico». Pero observa entonces situaciones en las que estás inmóvil y el flujo óptico basta para crear la sensación de que te desplazas.

Por ejemplo, un vídeo de YouTube grabado con cámaras que porta un ciclista en su casco, ¿no te hace sentir que te mueves como el protagonista? Gracias a esta capacidad que tenemos de interpretar el flujo óptico, el cine puede crearnos la ilusión de situarnos en el punto de vista del personaje. 

Objetos que escapan del flujo óptico

¿Pero qué tiene que ver esto con la Luna? Pues que los objetos que no siguen el patrón global del flujo óptico creado por nuestro propio movimiento indican que se desplazan por sí mismos (Gibson los llamó 'perturbaciones locales'). Por eso, como el satélite no sigue el mismo patrón de flujo óptico que el resto de la escena, parece que se desplaza y nos sigue.

Para verlo, piensa, por ejemplo, en un coche que te sigue cuando va en caravana. ¿Lo verías alejarse y empequeñecerse? No, seguiría viéndose de igual tamaño y a igual distancia todo el tiempo. Constituiría una 'perturbación local' en el flujo óptico y eso indicaría, según Gibson, que ese coche se está moviendo a la misma velocidad que el nuestro. La misma conclusión saca nuestra percepción respecto a la Luna.


© Lothar Brademann / Getty


El movimiento inducido o los errores de contexto

La segunda explicación, que no se contradice con la primera sino que la complementa, tiene en consideración el contexto. Nuestra percepción se guía por 'heurísticos' o reglas de interpretación, que son las 'opciones por defecto' que el cerebro asume cuando es difícil interpretar lo que hay en nuestro campo visual.

Si tenemos delante un objeto pequeño, enmarcado por otro mayor que le sirve de marco o contexto, y un desplazamiento cambia sus posiciones relativas ¿qué interpreta nuestra mente? Considerará que el objeto pequeño es la 'figura' y el grande es el 'fondo' (nuestra percepción organiza las escenas en 'figuras' y 'fondos', como señaló la escuela de la Gestalt).

Y el heurístico que aplicaremos, es decir, la 'opción por defecto' favorita, es que el objeto pequeño, la figura, es la que se mueve, no el fondo. Esto será cierto en la inmensa mayoría de las veces, pero a veces se equivoca y ahí es donde se produce la ilusión de 'movimiento inducido'.

Esta ilusión fue estudiada por el psicólogo Karl Duncker y consiste en atribuir a un objeto el movimiento que en realidad pertenece a otro. Un ejemplo se puede ver en el vídeo 'Once upon a time'. 


Volviendo a nuestro caso, por el efecto de movimiento inducido, una Luna inmóvil junto a un entorno que se mueve parecerá asumir el movimiento. Si las nubes la cubren a medias mientras se desplazan sometidas al flujo óptico, el efecto de que nos sigue será aún más potente.

Estas cosas que hacemos sin pensar requieren un gran trabajo: se calcula que los procesos visuales pueden consumir la mitad de los recursos del cerebro. El campo tecnológico de la 'visión artificial' se esfuerza por identificar e imitar esos 'heurísticos' que usa nuestra mente para dar sentido, aparentemente sin esfuerzo, a las imágenes que vemos. 

Otra manera de percibir este efecto es extendiendo tu brazo y colocando el dedo índice hacia arriba Cierra un ojo y observa tu dedo, enseguida haz lo mismo con el ojo contrario. Seguramente ya te percataste que parece que tu dedo cambia de posición con respecto al fondo, el cual permanece fijo. Ahora acerca tu dedo hacia ti y realiza lo anterior, te darás cuenta que la distancia aparente se ha vuelto mayor. Este fenómeno es el más simple para calcular distancias estelares. No obstante, solo es aplicable a estrellas relativamente cercanas.

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