La Luna contaría desde hoy con un nuevo cráter. La segunda etapa de un cohete que lleva 7 años a la deriva por el cosmos sin combustible, y del que aún nadie se ha hecho responsable, acaba de impactar, supuestamente, contra la cara oculta de nuestro satélite. Un acontecimiento histórico eclipsado en buena medida por el protagonismo de otro evento que coincide en el tiempo y que también quedará para la posteridad: el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. El nuevo agujero, creado en torno a las 13.25 (hora española) y de entre 10 y 30 metros. será rastreado dentro de dos semanas por la LRO, que sobrevolará la zona, y estudiado después por la NASA, ya que no ha resultado posible observar el acontecimiento desde la Tierra. La fuerza del impacto –a 9.200 kilómetros por hora– habría desintegrado la nave, de 4 toneladas de peso, y lanzado a la órbita un penacho de polvo afilado y corrosivo que podría permanecer flotando durante horas. Según las estimaciones, la nave se habría estrellado cerca del cráter Hertzsprung, de 563 kilómetros de ancho.
Esta es la primera vez que un aparato-basura espacial choca contra el astro de forma accidental. No obstante, otras naves han impactado de manera intencionada en Selene a lo largo de la historia de la Humanidad. La Luna 2 soviética se estampó en Mare Imbrium el 14 de septiembre de 1959, solo dos años después del lanzamiento del Sputnik. Y la sonda estadounidense Ranger 4 golpeó la cara oculta de la Luna el 26 de abril de 1962. Más recientemente, en 2012 la NASA lanzó a posta hacia el polo sur selenita las sondas Ebb y Flow, que habían estado tomando fotos del satélite, para evitar que por accidente cayeran en alguno de los lugares de los alunizajes. Y en 2019 la nave israelí Beresheet se estrelló cuando iba aterrizar en el Mar de la Tranquilidad. Estos y otros choques ha permitido a los científicos obtener datos sísmicos de la Luna.
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© National Geographic |
Todo empezó el 23 de enero. Ese día los astrónomos informaban al mundo por vez primera de que se encontraban rastreando la etapa superior de un cohete Falcon 9, propiedad de FalconX, y estaban cada vez más seguros de que golpearía la Luna el 4 de marzo. Esta historia desencadenó una tormenta críticas a la compañía por no deshacerse adecuadamente de su aparato después del lanzamiento de la misión del Observatorio Climático del Espacio Profundo de la NOAA, o DSCOVR, en 2015. También por no tener el cuidado de conservar suficiente combustible para poner las etapas gastadas de sus cohetes en órbitas estables alrededor del Sol.
Sin embargo, el cálculo resultó ser un error y un estudio más en profundidad indicó que se trataba de un cohete chino Long March lanzado en 2014. Bill Gray, quien desarrolla el software Project Pluto (utilizado para rastrear objetos cercanos a la Tierra) y fue la fuente original de la historia, reconoció la equivocación tras ser avisado días más tarde por la propia NASA. Varias universidades corroboraron también esta nueva teoría de la agencia espacial norteamericana. No obstante, China desmintió que se tratara de su Chang'e 5 T-1.
La efeméride, de la que quizá también haya registro en unos días por parte del orbitador indio Chandrayaan-2, abre el debate ahora sobre cómo la basura espacial puede empezar a ser un verdadero problema, no solo para nosotros, sino para todo nuestro 'vecindario' cósmico.
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