«La Luna tendría que ser privatizada para ayudar a acabar con la pobreza en la Tierra», dicen los economistas. El Instituto Adam Smith, con sede en Reino Unido, cree que el satélite, ubicado a 239.000 millas de distancia, debería dividirse en parcelas, cada una de las cuales sería asignada a un país. Las naciones podrían alquilar así luego solares más pequeños a magnates y empresas. Según la teoría de estos financieros, el montante de los derechos de propiedad del espacio exterior impulsaría la economía global y ayudaría a reducir la pobreza mundial.
Los expertos estiman que la medida también ayudaría a limpiar el espacio, repleto de 3.000 satélites muertos, 34.000 piezas de basura de más de 10 centímetros y millones de piezas más pequeñas. «Porque nadie es dueño del espacio, nadie se molesta en limpiarlo», aseveran. Este esquema podría ofrecer reembolsos de alquiler a los propietarios que mantengan sus jardines intergalácticos ordenados o construyan sobre ellos. Una medida que, opinan, impulsará también el turismo espacial, la exploración y el descubrimiento.
La investigadora económica Rebecca Lowe ha elaborado un informe sobre esta disposición para el Instituto. «Un sistema claro, moralmente justificado y eficiente para asignar y gobernar los derechos de propiedad en el espacio presentaría grandes beneficios que van más allá de las recompensas financieras para las personas que se convertirían en propietarios», manifiesta. Para ella, «tal método incentivaría la administración responsable del espacio, así como oportunidades para nuevos descubrimientos científicos y una exploración espacial democratizada».
El Tratado del Espacio Exterior, redactado en las Naciones Unidas en 1967, prohíbe a los países e individuos poseer en la actualidad propiedades en el espacio. No obstante, el instituto británico cree que las naciones deberían acordar una nueva división de Selene y del espacio entre ellas.
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El Instituto se muestra a favor de la medida, ya que en su opinión, podría impulsar el descubrimiento científico y permitiría a la humanidad una mayor participación en la exploración espacial. «Los alquileres pagados en terrenos lunares podrían aprovecharse para beneficiar a toda la humanidad aliviando la pobreza en la Tierra y democratizando los viajes espaciales», reiteran desde la entidad. «Bajo el sistema propuesto, los individuos competirían entre sí por parcelas de tierra en la Luna que muy probablemente hayan sido inicialmente adquiridas o asignadas a naciones particulares. «Esta competencia consistiría en pagar el alquiler de dichas parcelas a una tasa determinada por la oferta y la demanda», explican.
Para ello, proponen otorgar descuentos de alquiler de cara a mejorar la condición de la tierra o a satisfacer necesidades humanas urgentes. La gobernanza de este sistema recaería a día de hoy en un acuerdo internacional. Y el uso de dichas ganancias por las rentas podría dedicarse, por ejemplo, a democratizar los viajes espaciales y financiar la exploración espacial futura.
Los derechos de propiedad desempeñan un papel clave en la mejora de los niveles de vida, la innovación y la dignidad humana aquí en la Tierra. Lo mismo sería cierto si aplicáramos esta lógica al espacio, que presenta una oportunidad única para comenzar de nuevo al diseñar reglas efectivas de propiedad. «Con más países y empresas compitiendo en la carrera espacial que nunca antes, es vital para nosotros dejar atrás el pensamiento obsoleto de la década de 1960 y abordar la cuestión de los derechos de propiedad extraterrestre más temprano que tarde», sintetiza el jefe de investigación del Instituto, Daniel Pryor.
El profesor Malcolm Macdonald, director del Centro Escocés de Excelencia en Aplicaciones Satelitales y miembro de la junta de la Agencia Espacial del Reino Unido, cuestionó esta lógica. «No tengo claro cómo extender las desigualdades de nuestro sistema terrestre a la Luna realmente hace avanzar a toda la humanidad». Mientras tanto, la directora del grupo de campaña contra la privatización We Own It, Cat Hobbs, atacó al grupo de expertos. «No contento con alentar la explotación de los recursos naturales en este planeta, el Instituto Adam Smith se muerde las uñas para dividir la Luna en algo que pueda empaquetarse y venderse».
«Como reconocen en su informe, la situación legal actual es que nadie puede ser dueño de la Luna. El Tratado del Espacio Exterior de la ONU dice que la exploración espacial es la 'provincia de toda la humanidad'. Pero para los fanáticos de la ideología extrema que dice que todo debe ser privatizado, nada, ni siquiera la Luna, es sagrado. Los grupos de expertos deberían encontrar soluciones sobre cómo podemos cuidar mejor nuestro propio planeta único y dador de vida, en lugar de especular sobre cómo podemos convertir Selene en un centro de ganancias».
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