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Los astronautas de la Luna también se tropiezan

Mantenerse en posición vertical en la Tierra es bastante fácil, pero en otros mundos la atracción que el suelo ejerce sobre los objetos es bien diferente. En la Luna la gravedad es de 1,62 m/s2, algo más de 6 veces menor de los 9,807 m/s2 que tiene la Tierra. Eso permite saltos gigantescos y el caminar flotante tan característico de los astronautas. Pero, a pesar de todo, hay gravedad. Y donde hay gravedad tarde o temprano, hay caídas. 

Es de suponer que resulta más sencillo que se le vaya a uno el pie en el satélite por la falta de costumbre a las bajas condiciones gravitatorias. La parte buena es que uno cae allí como se mueve, a cámara lenta. La NASA tiene imágenes de esas caídas, y más allá de lo curioso y gracioso que pueda ser observar esos cómicos bailes en los cosmonautas también sirven para investigar y averiguar cosas.

12 hombres han pisado la Luna desde 1969, y algunos se han caído o dado traspiés

De hecho, un documento sobre el Apolo 16 recoge una sección titulada 'Análisis de caídas', que se inicia explicando que durante las tres EVA (Extravehicular Activity), o lo que es lo mismo, durante los tres paseos lunares de la tripulación, fueron captadas en imágenes de televisión hasta 6 pérdidas de equilibrio. Dichas páginas dictaminan el deber de investigar los tropezones para determinar la mejor manera de 'besar' el suelo y ponerse en pie. 

También la necesidad de estudiar el motivo de las caídas. Charlie Duke, un astronauta que voló precisamente con esta misión de la NASA, dijo que el momento de su vida en el que más miedo pasó fue cuando se tropezó en la Luna en abril de 1972. Aprovechando la falta de gravedad, intentó conseguir un record de salto en honor a las Olimpiadas de ese año. Pero se tropezó al caer. 

«La mochila pesaba tanto como yo. Así que me caí de espaldas», detalló más tarde. Si se hubiese roto la mochila de soporte vital de su traje, el percance le habría matado. Quizá el miedo a caerse y acabar protagonizando uno de estos vídeos provocó que dejase tirada una fotografía en el suelo lunar. Por cierto, y como curiosidad, en nuestro satélite casi es más complicado levantarse que caerse.




Aquella no fue la única caída de Duke en la Luna. También se cayó de bruces cuando intentaba introducir un instrumento llamado penetrómetro en la superficie del regolito, y volvió a perder el equilibrio después de saltar para recoger un par de pinzas —que había soltado para coger un martillo que se le había caído antes—. Pero no es el único astronauta que se han tambaleado en la Luna.

A pesar del entrenamiento intenso, costaba manejar aquellos pesados y rígidos trajes. Uno de los trucos que hacían era saltar para agacharse, ya que así conseguían comprimir las partes más hinchadas de sus trajes. Armstrong, sin ir más lejos, tropezó en dos ocasiones al salir del módulo lunar, momento en el que sus constantes vitales se dispararon. En ese momento sus pulsaciones subieron por encima de 150. 

Para Internet, las caídas de los astronautas son una fuente inagotable de GIFs y comentarios jocosos, pero la ciencia necesitaba una respuesta que evitará estos disgustos. Una de ellas llegó de la mano de varios desarrolladores del MIT, que crearon en 2007 unos botines que permiten sentir los inconvenientes en el camino gracias a unos sensores de distancia a la altura de los dedos del pie y unos vibradores en la suela, que se activan ante la proximidad de un obstáculo.


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